¿Qué es un
laberinto?
Se puede presentar de muchas maneras: como una gran estructura llena de recovecos, entradas, pasillos que se
entrecruzan y llevan a ningún lado o a salidas inesperadas. Puede ser de
piedra, madera, setos y vegetación; no importa, porque lo que realmente hay que
tener en cuenta es lo que sucede dentro.
Un laberinto
es un icono, un símbolo de madurez personal, de evolución de la psique y
de crecimiento al enfrentarnos a nuestros propios miedos.
Desde el primero momento en que el hombre empezó a expresarse, los dibujos sobre éstos los encontramos en todos lados y en todas las culturas.
En estas
estructuras nunca se sabe lo que puede haber detrás de cada esquina, por lo que
hay que ir alerta todo el rato. Es un reto a la inteligencia, nuestra capacidad
de resolver problemas, que pone a prueba nuestra paciencia y límites mentales,
muchas veces más incluso que los físicos.
El objetivo
real del laberinto no es la meta, si no el recorrido, ahí radica su importancia.
Desde muy
antiguo ha sido usado este ejemplo iconográfico para contarnos como un niño o
niña, o adolescente pasan al mundo de los adultos al resolver este reto. Lo que se conoce como rito iniciático.
Podemos
verlo en el mito de Teseo y el Minotauro en el que el príncipe adolescente ha
de enfrentarse, no sólo a una bestia, si no a no perderse en el lugar más
peligroso que pueda haber, y salir convertido en un héroe y posteriormente en
un gran rey.
Mucho más
actual es Labyrith, o Dentro del Laberinto, en la que una chica, Sarah, poco dispuesta
a madurar y aceptar responsabilidades con tendencias victimistas ha de enfrentarse a aventuras
de lo más variadas para rescatar a su hermano del mismo peligro en la que ella
misma lo ha puesto. Pero como
digo, no es si consigue salvar a su hermano o no lo importante de su recorrido,
si no que en cada paso hay un reto nuevo, tiene que poner en juego su propia
mente, aprender a confiar, no pensar solo en sí misma y hacer amigos en los
lugares más extraños. Del tema de la madurez sexual en esta película no voy a
entrar porque daría para un post entero, jejejeje.
El laberinto
es también un símbolo que representa, por esta transformación personal, la muerte y el
renacimiento. Convertirse en algo más perfecto, más loable y en ocasiones mas puro como
sucede, dentro de la tensión y el horror que provoca la gran película El
Laberinto del Fauno.
Ese camino
afrontando decisiones y sus consecuencias es lo que nos forjan la forma que
tendremos en la vida posterior y durante el resto de nuestra existencia.
¿Quién de
pequeño no ha sentido la tentación de ver un laberinto de setos y jugar dentro?
Esconderse, un pequeño temor a poder perderte o saber si vas a recordar como
volver a la entrada. ¿Habrá de verdad una salida? ¿Era este camino o quizá
sería el otro?
En Harry
Potter y el Cáliz de Fuego, la última y más dura de las pruebas es la de
atravesar el Laberinto pues como dicen “Las personas allí dentro se
transforman. Si pueden encuentren la copa. Pero tengan cuidado, pueden perder su
identidad en su camino”.
Va a salir
dentro de poco una película sobre una serie de libros, parece que inspirados en
Los Juegos del Hambre sobre jóvenes teniendo que sobrevivir atravesando un
laberinto: El Corredor del Laberinto. No sé si seguirá este patrón de
planteamiento aunque creo que sí.
Tras haber leído
todo esto, miraos los dedos, vuestras huellas dactilares. ¿Qué forma tienen? No importa el tamaño de los laberintos, todos
tenemos uno, lo importante es el recorrido y como dice una canción “lo
importante en él (el camino) es caer, levantarse, insistir, aprender”.
Me quedo con esta última cita de Santarcangeli:
”Muy a menudo el hombre se encuentra así mismo. El conocimiento ulterior es el de uno mismo, la comprensión del propio yo, reflejado en el propio conocimiento. Allí reside la razón profunda de que en el fondo del laberinto figure muchas veces un espejo, para que el hombre, al llegar por fin a la meta de su peregrinación, descubra que el último misterio de la búsqueda es él mismo”
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