lunes, 28 de junio de 2021

En defensa de Hades

 

Hace años que no escribía en el blog, pero en los últimos meses he estado pensando en algo que me lleva “molestando” desde hace años sobre la manipulación cultural por la influencia judeocristiana, desvirtuando y pervirtiendo una figura mitológica a la que le tengo mucho cariño: el dios griego Hades.

Igual que con muchas divinidades y figuras paganas, Hades ha sido convertido en un ejemplo de maldad, perversión, crueldad y ha sido demonizado durante siglos por el creciente cristianismo y luego todas sus derivaciones del mismo.

Hades y Cerbero

Hades es el dios del Inframundo. No es el dios de la muerte, para empezar, ya que el dios de la muerte es Thanatos, y en el Inframundo para los griegos y romanos estaba la otra vida, la eterna. En el ese Reino se encontraba tanto el Tártaro, que sería el equivalente al Infierno cristiano, pero también estaban los Elíseos, que sería el equivalente al Paraiso. Hades gobernaba en ambos de la misma manera. Cuando nos referimos al Tártaro y pensamos en los castigos que se aplicaban a los condenados, debería recordarse que no era Hades el que sentenciaba a los condenados, ni siquiera ponía él los castigos ni penitencias. De hecho, los castigos eternos más famosos: Sísifo, Tántalo, Prometeo… fueron impuestos e ideados por Zeus. Si, a ese dios que se le pone como luz y fuerza, ejemplo de rey. Ese dios que ha violado, secuestrado, asesinado a rivales (humanos, titanes, dioses) para poder tener a la pareja que quería aunque estuvieran con otros seres. Ese mismo dios que Disney pone como padre modelo con la familia perfecta y trata a Hades como el villano o alivio cómico.


Mientras el resto de dioses del Olimpo no perdonan nunca, son rencorosos y crueles, Hades es un dios que cede, que habla con dioses y mortales, y en más de una ocasión ha cedido a sus peticiones. Han invadido su reino para secuestrar a su reina y ha dejado ir a alguno de los mortales que se habían atrevido a hacerlo después de discutirlo con su mujer y uno de sus sobrinos. Cada vez que alguien se cuela en el Inframundo, antes de directamente ahogarlos en la Estigia (cosa que podría hacer sin problema) tiene audiencia con ellos, les escucha, acompañado de su mujer Perséfone, y juntos deciden que hacer, la mayoría de las veces.

En una cultura como la griega, que el marido tuviera una relación en la que a su reina se la trataba como una igual es casi un puñetero milagro, aparte de que en algunos relatos se cuenta lo que le agradaba pasear por los Elíseos para comprobar que las almas de los difuntos justos estaban bien.

El único de los tres hermanos olímpicos que le era fiel a su mujer incluso cuando la mitad del año ella se encontraba fuera de su reino y de su alcance. El dios que, cuando Perséfone fue engañada por Zeus, que se transformó en Hades para poder acostarse con ella (que era su hija, por cierto), no sólo no culpó a su mujer, si no que se enfrentó a su hermano, rey de todos los dioses. Si, se que suena como muy obvio ahora, pero os recuerdo que los griegos tenían a sus mujeres encerradas en el gineceo prácticamente toda su vida y eran poco más que una propiedad equivalente a una buena pieza de joyería.

Si, os oigo decirme: “Pero Ana, Hades raptó a Perséfone” y aquí quiero haceros una aclaración.

En el mundo espartano “rapto” y “captura” son dos de las denominaciones de un estilo de matrimonio que se producía como manera habitual. Era un término que reflejaba más un ritual que un acto verdadero de secuestro, ya que se acordaba entre las familias y los novios antes de proceder al enlace. El ritual era una simulación de rapto en que el novio tenía que colarse en la casa de la novia y escapar con ella sin ser detectado por la noche. La novia ya se había preparado con anterioridad con sus propios rituales para esa misma noche con sus amigas y las mujeres de su familia para “dejarse raptar”.

Lo mismo veis con otros ojos ahora el relato de Helena de Esparta, luego conocida como Helena de Troya y su “rapto” por parte del príncipe Paris.

Bueno, pues volviendo a Hades, Zeus había ofrecido a su hermano la mano de su hija Perséfone como futura mujer, aunque sin consentimiento de su madre Deméter, porque aunque sea diosa, es mujer y no tiene voz ni voto en la cuestión. Que majo Zeus, encima de que viola a su hermana, ofrece a su hija a su hermano.

“Legalmente” Hades tenía todo el derecho a quedarse para siempre con Perséfone y ni dejarla nunca salir del Inframundo cosa que, sin lugar a dudas, cualquier otro dios (salvo quizá Hefesto) habría hecho, pero al final cede ante la pena y presiones de su madre accediendo a vivir 6 meses sin ella para que pueda estar con Deméter. Esperando siempre a que su mujer vuelva con él, que podría romper el pacto y quedarse en la superficie si hubiera querido. No se vosotros, pero yo a Deméter no le llevaría la contraria.

Se representa como un dios protector, pero no celoso de su mujer, abierto a negociaciones y que ha ayudado a los grandes héroes mucho más que los otros dioses sin pedir ni culto ni nada a cambio. De hecho es de los poco dioses que tienen representaciones de vida matrimonial cálida con los dos en igualdad de protagonismo en cerámicas y otros formatos.


Hades y Peséfone de relax


¿En serio este es el ejemplo que se ha distorsionado en presentárnoslo como El Demonio? 

¿Cómo un ser al que temer y representación del mal más terrible y manipulador?

Además tiene un perrito muy mono de tres cabezas. Un dios que tiene mascota no puede ser tan malo.