Mitología judeocristiana
En este ejemplo vamos a usar de base El Génesis “oficial”, aunque es muy probable con posterioridad hagamos mención a los textos apócrifos y otros relatos menos conocidos que fueron descartados con posterioridad y que no han sido casi difundidos.
En este ejemplo vamos a usar de base El Génesis “oficial”, aunque es muy probable con posterioridad hagamos mención a los textos apócrifos y otros relatos menos conocidos que fueron descartados con posterioridad y que no han sido casi difundidos.
Según el libro de El Génesis, al
principio no había nada y en esa nada estaba Dios que decidió que no estaba
bien así. De esta manera, en el primer día creó la tierra y en cielo, pero al
ser algo informe oscuro y vacio, vio la necesidad de crear por medio del poder
de la palabra la luz.
Por medio de ello separó la parte luminosa de las tinieblas, llamando a la primera Día y a su contrario Noche. A continuación, creó la bóveda celeste, el mar y la tierra, y a ésta la dotó de vegetación para que fuera bella y fértil. Creó al día siguiente el firmamento para separar las aguas y la tierra de la bóveda y colocó dos luces distintas mucho más grandes que el resto, una para el día y otra para la noche que serían el Sol y la Luna. También creó las estrellas y con ellas iluminó un poco más las tinieblas.
Por medio de ello separó la parte luminosa de las tinieblas, llamando a la primera Día y a su contrario Noche. A continuación, creó la bóveda celeste, el mar y la tierra, y a ésta la dotó de vegetación para que fuera bella y fértil. Creó al día siguiente el firmamento para separar las aguas y la tierra de la bóveda y colocó dos luces distintas mucho más grandes que el resto, una para el día y otra para la noche que serían el Sol y la Luna. También creó las estrellas y con ellas iluminó un poco más las tinieblas.
A continuación pobló los mares de
peces, la tierra de otros seres y el cielo con las aves a los cuales luego
insufló de vida para que disfrutaran de su creación. Al final, creó al hombre “a su imagen y
semejanza” al hombre. Toda esta obra, la había realizado Yahvé en seis días y
el séptimo descansó, declarando desde ese momento que el séptimo día de la
semana había de ser sagrado.
Mitología egipcia
En la mitología egipcia se han
encontrado varios mitos que corresponden a su concepción de cómo fue creado el
mundo y la humanidad, por lo que aquí vamos a relatar uno de ellos, el mito
Heliopolitano, aunque podéis encontrar distintas versiones del mismo.
Todo empieza, como en la mitología
mesopotámica, de un abismo con aguas turbulentas que son el origen de la vida,
estas aguas eran el Nun, Padre de los dioses, ancestro de
todo lo que iba a ser a partir de ese momento hasta el fin del mundo.
La doctrina de los sacerdotes de la
ciudad de Heliópolis, o Iwnw en egipcio antiguo, predicaba que en el origen de
los tiempos había un océano primordial llamado Nun. En éste se encontraba
inerte Atum (o Atum-Re), el demiurgo y padre de todo que era un ser que no
pertenecía al Nun y del que se desconoce su origen.
De las aguas del Nun surgió una montaña sagrada a la que Atum se encaramó y desde allí a base de su saliva y se su semen, escupiendo y masturbándose, creó la primera de la pareja de dioses: el dios Shu que simboliza el aire y Tefnut la diosa de la humedad y el ambiente atmosférico.
Los dioses no recibían suficientes sacrificios, por lo que Prajapati decidió darse de comer a sus propios hijos para que los dioses sobrevivieran y que todo lo que había construido no se viera abocado a la destrucción.
De las aguas del Nun surgió una montaña sagrada a la que Atum se encaramó y desde allí a base de su saliva y se su semen, escupiendo y masturbándose, creó la primera de la pareja de dioses: el dios Shu que simboliza el aire y Tefnut la diosa de la humedad y el ambiente atmosférico.
De estos primeros padres divinos
nacerían Geb, dios de la tierra, y su hermana Nut, divinidad del cielo con su
cuerpo cubierto de estrellas. Juntos
tuvieron cuatro hijos que se convertirían en los grandes dioses del panteón
egipcio: Osiris e Isis y Seth y Neftis.
De estos nueve dioses se conforma la Enéada Heliopolitana.
Al final Shu decidió ponerse entre sus dos hijos para que no volvieran a juntarse ya que si el cielo y la tierra estaban juntos nada crecería entre ellos.
De estos nueve dioses se conforma la Enéada Heliopolitana.
Al final Shu decidió ponerse entre sus dos hijos para que no volvieran a juntarse ya que si el cielo y la tierra estaban juntos nada crecería entre ellos.
Mitología hindú
Dentro del mundo del hinduismo encontramos,
como en casi todas las mitologías antiguas, varias versiones de la cosmogonía.
En esta ocasión he decidido reflejar aquí la narración ofrecida en el
Shatapatha Brahmana que data de la primera mitad del primer milenio a.C.
El Shatapatha Brahmana nos dice que en el principio,
Prajapati, el primer creador o padre de todos, estaba solo en el mundo, por lo
que debido a su sentimiento de soledad comenzó a llorar y del fruto de sus
lágrimas fueron surgiendo la tierra, el océano, el aire y el cielo. Decidió
dividirse en dos seres, marido y mujer, al mismo tiempo que creó la noche y el
día, y las estaciones.
Fruto del incesto con la mujer nacerán el resto de
los primeros dioses.
La mujer, debido a la unión con su productor como el
incesto, huyó de él asumiendo diversos disfraces de animales. El marido
persiguió en forma de macho de cada animal, y de esta manera surgieron las
diversas especies de animales que ahora pueblan la tierra.
Después de esto, cada divinidad da un poco de sí mismo y vuelven a crear al que era su padre, ahora como hijo de todos.
Prajapati pronto fue sustituido por Brahma en los
Puranas.
En los Puranas, Brahma el creador se unió en una
tríada divina con Vishnu y Shiva, que eran el preservador y destructor,
respectivamente. El universo fue creado por Brahma, preservados por Vishnu y
destruidos para la próxima creación por Shiva. Sin embargo, el nacimiento de
Brahma se atribuyó a Vishnu en algunos mitos. Brahma se representa a menudo
como sentado en un loto que surge del ombligo de Vishnu, que descansaba sobre
la serpiente cósmica, Ananta.
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