lunes, 24 de marzo de 2014

EL HÉROE Y EL ANCIANO SABIO

Hoy vamos a tratar dos arquetipos junguianos juntos, ya que creo que se complementan a la perfección y hará más sencillo entenderlos si se analizan relacionados antes que si se hacen por separado.
Empecemos por el primero:
Un héroe es algo que todos conocemos que es y podemos identificar, pero en ocasiones si nos preguntaran que lo definiéramos, nos costaría bastante más de un rato encontrar las palabras adecuadas que reúnan todas sus características.
Los héroes en la mitología son humanos o semidioses con unas características especiales que los hacen únicos (ya sea su fuerza, su valor, su habilidad en la batalla o su inteligencia) y que los convierte en un referente para su pueblo superando pruebas en las que tiene que demostrar ser digno del destino de fama y gloria que le está reservado. 
Representan el modelo de conducta ideal y al que aspirar, por el que los jóvenes deben sentirse impulsados a seguir sus códigos morales y el ejemplo a la hora de afrontar los retos que los convertirán en hombres.
En la mayoría de los mitos el héroe no tiene una infancia nada fácil, pues o es adoptado por otras familias como es el caso de Hércules, Moises, Cuchulainn, el Rey Arturo…,  o tienen una familia que ha vivido una situación traumática ante el fallecimiento de algún miembro de su grupo o la maldición de un dios como Ulises, Aquiles,  Rama, Teseo, Gilgamesh, etc…
Su adolescencia suele estar llena de aventuras y retos en los que van forjándose como las grandes figuras en que se van a convertir. En este momento es cuando se hace presente la otra figura arquetípca: el anciano sabio.
En la gran mayoría de las leyendas el héroe debe ser instruido o aconsejado en algún momento de su vida en que está más perdido, por un hombre mayor que le dará las claves para conseguir su objetivo y cumplir su destino. Suele representarse como un anciano barbudo, de una edad indeterminadamente vetusta que se encuentra rodeado de algún halo de magia o misterio casi divino. En la mitología greco-romana encontramos dos ejemplos en figuras como la del centauro Quirón, maestro de la mayoría de los héroes de esta mitología (Hércules, Ayax, Asclepio, Jasón,  Acteón, Aristeo, Aquiles o Teseo), o el sabio ciego Tiresias que desvelará a Ulises la manera volver a Ítaca.


En los mitos nórdicos el propio dios Odín suele convertirse en un anciano tuerto que pasea con un cuervo como un ermitaño entre las brumas y que aconseja a los guerreros o da vaticinios a los héroes importantes.
Dentro de los mitos célticos, el ejemplo más famoso está en la figura de Myrddin, o Merlín, el instructor, mejor amigo y consejero de joven Arturo al que entrena para convertirlo en rey de Britania. 


El viejo Morann, las apariciones del dios Lugh y otros personajes en la mitología del ciclo del Ulster irlandés con Cuchulainn.
Con todo ello el héroe se va formando en una serie de normas y conductas que le hacen ser el ejemplo para su cultura y su pueblo de las cosas mejores que éste puede ofrecer. Se convertirán en fundadores de ciudades, libertadores de tiranos y monstruos, campeones contras las injusticias y dignos merecedores del puesto entre los dioses o la memoria indeleble de sus futuras generaciones.

Por desgracia, en la mayoría de los casos, el héroe no va a morir de anciano o de una manera tranquila y cómoda, a pesar de todas sus hazañas. Muchos morirán a causa de un engaño, en muerte violenta en batalla, por traiciones cercanas o por la ira de algún dios rencoroso. 
Ser siempre correcto y un héroe es algo loable, pero en este mundo no se puede uno olvidar de que, como decía Merlín en la película de Excalibur: “Recuerda que siempre hay alguien más listo que tú.”

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