martes, 2 de junio de 2015

MANEKI- NEKO O EL GATO DE LA SUERTE

Reconozco que nunca he estado muy al tanto de las culturas orientales. 
Quizá sea porque está muy de moda en los últimos años y ello, de una manera absurda, me produce cierto rechazo ya de por sí. 
Nunca me ha gustado ir a la corriente de los demás, lo reconozco, pero uno no deja de sorprenderse a sí mismo cuando decide romper esas barreras.
Seguro que habéis visto en mil sitios, la mayoría establecimientos chinos o japoneses, una figura de un gato gordito que siempre está moviendo una mano como si pareciera un espectador de un concierto de rock o te quisiera pegar un capón. 
Pensé que era algo tan japonés como las que llaman Las Galletas de la Fortuna que te regalan en los restaurantes y que tienen de orientales lo que un revolver Colt.
Reconozco que siempre me había parecido algo hortera y entono el mea culpa.


El afectado protestando

Pues bien, el otro día escuché la leyenda que dio origen a esta figurita, llamada Maneki- Neko,  que ya me parece más especial al conocer su significado.

En el siglo XVII, en la era Edo, en plena era feudal en la zona de Tokio cuentan la leyenda de que había un templo muy pobre y medio derruido en el que habitaba un monje con su gata, Tama.
Un día un señor feudal extremádamente rico llamado Naotaka II estaba recorriendo esas tierras cazando tranquilamente, cuando una gran tormenta estalló sin avisar. 
Corrió a refugiarse bajo un gran árbol que se encontraba en las inmediaciones del templo y esperó a que el tiempo mejorara. 
La lluvia y los rayos empeoraron y en un momento el caballero dirigió su vista hacia la puerta del templo, para que ver si estaba habitado y alguien podía ayudarle. 
Su sorpresa fue mayúscula cuando pudo vislumbrar a una gata blanca, negra y marrón que hacía señas con su pequeña zarpa. 
Movía su pata de arriba a abajo, como haciéndole entender que se acercara. No lo entendió al principio y, de hecho, se acercó a la puerta del templo más por curiosidad que por otra cosa. Justo cuando se encontraba a unos pocos pasos un rayo cayó en la copa de ese mismo árbol rompiendo e incendiando sus ramas que se derrumbaron en el punto exacto en el que el señor feudal se encontraba solo unos segundos antes.  
Considerándolo un buen augurio se hizo amigo de la gata y del monje que habitaban el templo encargándose de reconstruir ese lugar, devolverle su antigua gloria al edificio y, de paso agradecer así a sus peculiares habitantes el haberle salvado la vida.
A la muerte de la gata se le ofició un solemne funeral y se la enterró en ele cementerio para gatos del templo de Goutokuji, y se hizo una estatua en su honor con la pata levantada: el primer Maneki- Neko.
Por eso se dice que la imagen de esta gata es un símbolo de buena suerte.


Curiosa la historia de esta gatita que me ha hecho mirar con otros ojos estas figuras que ahora habitan nuestros escaparates.

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