lunes, 21 de abril de 2014

DEL PSICÓPATA AL ANTIHÉROE

Puede que el título del post de hoy os haya resultado un poco extraño, pero os explico el porqué de éste.
Siempre me ha parecido muy interesante el mundo de la psicología, y muy en especial todo aquello relacionado con los psicópatas y personas con ese tipo de patologías. 
Me he dado cuenta que en las últimas décadas ha habido una afloración de estos temas dentro de la cultura global y popular pero que ha adquirido un enfoque completamente nuevo del que tenía en origen.
Os pongo un ejemplo para que os resulte más fácil de comprender:
No creo que nadie considere a Jeffrey Dahmer  (el carnicero de Milwaukee: un asesino en serie, caníbal y necrófilo) una persona con cierta capacidad de perdón o con el que alguien se tomaría un café. 
Pero, si os menciono a Hannibal Lecter, más de uno, seguro que piensa que no es un personaje tan malvado, incluso alguno podría considerarlo un antihéroe.

Imagen de Jeffrey Dhamer y Hannibal, la serie

En las últimas décadas ha habido una tendencia a, quizá cambiar de valores, o a relativizar determinados patrones de comportamiento y a relativizarlos considerando que “no es tan malo porque hay personas peores aún”.
La literatura, las series y las películas han ido transformando esos seres que se suponía que nos debían aterrorizar tales como los serialkillers, los vampiros, los hombres-lobo incluso ahora los zombies, en personajes admirables, divertidos, dignos de compasión y (en ocasiones) hasta objetos de admiración y deseo.
Este ejemplo es el que me había inspirado inicialmente para escribir este post: 
El Fantasma de la Opera
Mientras a todos acude en nuestra mente la imagen de un tipo con aires de aristócrata, genio incomprendido, enamorado y del que rara vez nos acordamos sus tendencias a matar a todo aquel que le toque las narices (que es el de la versión del musical que lo lanzó a la fama); el personaje del libro original es bastante distinto. El Fantasma de la novela de Leroux, Erik, es extremadamente cruel, sociópata, manipulador, secuestrador, asesino en serie, chantajista… vamos un amor de hombre.


Ahora hay dos series que han puesto de manifiesto todo esto que estoy exponiendo, y que son un fenómeno mundial con millones de seguidores: Hannibal,( la serie basada en Hannibal Lecter), y Dexter, el psicópata al que se le da el sobrenombre del "ángel vengador".
Estoy segura de que ninguno de aquellos que les gustan esas series y les resultan esos protagonistas personas cuanto menos interesantes, nadie querría tenerlos de vecinos, por si acaso.


Con este post no estoy tratando de meterme con la gente a las que les gustan estas series, ni con las series en sí, pues soy de las primeras en seguir este tipo de producciones y cosas sobre este tipo de “personajes” y sería echar piedras contra mi propio tejado; solo se trata de una reflexión personal que he estado madurando desde hace un tiempo y que quería  con vosotros.

Me asalta una frase a modo de conclusión irónica que quiero que me hace sonreír y pensar:

“¿Quién es más loco: el loco, o el loco que sigue al loco?”

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