En la mitología de todas las religiones siempre ha habido una figura que
ha representado lo más oscuro del pensamiento y del comportamiento humano, ésta es La Sombra.
Ésta
era la personificación de todo aquello que el individuo reprime y se niega a
aceptar que pueda formar parte de su psique, de su más profundo ser interior.
Generalmente se ha tratado a estas imágenes, dentro de los cuentos y las
religiones, como demonios, diablos, seres oscuros que tientan y hacen
insufrible su existencia al humano.
Como es lógico, lo primero que nos acude a la mente al leer esta
descripción es el Diablo cristiano, la antítesis de Dios y de lo que se supone el camino correcto y de un comportamiento de acuerdo con unas normas que
mantiene el equilibrio en la sociedad. Ello representa la destrucción, no sólo
física, si no en este caso, más la anulación de lo profundo del individuo y de
la personalidad.
Azazel, Abadón, Lilith, Samael, Lucifer, Iblis en los musulmanes,
Rakshasa en el hinduismo, el babilónico Pazuzu, el Rahab del Talmud, Seth en
Egipto o Apofis, Astaroth, son solo algunos de los nombres de estas “encarnaciones”
de La Sombra.
Si bien está presente en todas las culturas podemos comprobar cómo
adquiere una importancia muchísimo más notable equiparable con la fuerza
creativa y del bien en las religiones de corte monoteísta, presentando más
variedades de este arquetipo.
Ahora bien, realmente ¿qué es La Sombra dentro del inconsciente
colectivo cuando no es una figura a la que se le puedan inferir una serie de
poderes o carácter sobrenatural?
Jung lo define como la totalidad del inconsciente, ese aspecto de la personalidad que se
caracteriza por los rasgos y las actitudes que el YO no reconoce como propias y
que están enterradas en lo más profundo de la personalidad.
“Uno no se ilumina imaginándose
figuras de luz, si no haciendo consciente la oscuridad”
La Sombra es la parte reprimida, esa personalidad oculta que cada vez
que se piensa en ella nos hace sentir culpables o inferiores. Esas tendencias morales, los instintos, que se desechan
porque van en contra de lo establecido y sobre las que la sociedad nos ha
convencido de que son malas y perjudiciales para el individuo y la convivencia.
Un ejemplo de figura dentro del folkore, fuera de los conceptos
religiosos, que representa este arquetipo es el vampiro. Pensemos, por ejemplo,
en la importancia de esta figura, ya que todas y cada una de las culturas de
este mundo tienen un ser que aúna todas las características de estos seres
mitológicos. (Ya trataremos con más profundidad el tema del "upir" mas adelante)
Quien haya leído la novela original de Stoker o haya visto alguna de
las películas de Drácula que traten de parecerse lo más posible a la fuente
literaria, sabe que la sombra del vampiro tiene carácter propio y que es
incluso más perversa que el monstruo mismo.
A todos nos acude la imagen de la sombra de la mano, casi en forma de
garra, del conde Orlok estrujando un corazón mientras él no tiene que hacer
nada.
Otra representación que puede resultar interesante es la sombra de
Peter Pan. Sabemos que Peter encuentra a la familia Darling persiguiendo a su
sombra que se ha escapado y tiene vida propia. En la novela y los cuentos no es
excesivamente mala, pero es una parte de Pan mucho más salvaje e incivilizada
que tiene que recuperar y “coserse” de
nuevo para ser controlada y convertirse en un todo. Una vuelta de tuerca más de ésta se da,
por ejemplo, en la tercera temporada de la serie fantástica “Once Upon a Time”
en la que La Sombra de Peter Pan adquiere un protagonismo casi divino y de
maldad absoluta.
El último ejemplo de este arquetipo, y que creo resumirá a la
perfección todo lo expuesto anteriormente de una manera más gráfica en su
concepto más psicológico del inconsciente humano, es El Misterioso caso del
Doctor Jeckyll y Mr. Hyde.
Se suele identificar esta novela con una literalización de un caso de
doble personalidad, y si analizamos la figura de Mr. Hyde, un juego de
palabras con el término “hide” que en inglés significa oculto o escondido,
vemos un claro ejemplo de que este personaje no es otro si no La Sombra del
buen doctor. Ese “monstruo” que forma parte de él, sin moral ni consciencia,
sin temor a las consecuencias porque siente estar por encima de ellas.
Más adelante os contaré sobre el hombre real que inspiró a este
personaje de ficción.
Por eso lo más cercano a una Sombra en carne y hueso es un psicópata.
Querría añadir, para concluir, que La Sombra, desde mi opinión, son esos pequeños pensamientos o sueños de los que nos hemos levantado asustados de
nosotros mismos o con los que hemos empezado a agitar nerviosamente la cabeza
de un lado para otro, como para sacarlos de nuestra mente.
No es extraño, no es patológico, no es malo…, simplemente es algo que negamos que exista dentro de nosotros porque nos asusta.
Como dicen los expertos, si te preocupa o turba en alguna ocasión que
pudieras ser un psicópata, es que no lo eres, a ellos no les importa ni dudan.
Si os interesa una película que creo que refleja bastante bien el
conflicto entre el individuo y su sombra, aunque añada algún toque romántico de
un modo más bien gótico, os recomiendo la película Mary Reilly, en la que John
Malkovich hace un Doctor Jeckyll sublime en su lucha por controlar a su propio
Hyde.