Siempre he
sido una persona que le da mil vueltas a la cabeza, veinticuatro horas seguidas ya sea despierta o dormida. Si bien esto puede ser achacable a la gripe tan fuerte que me ha atacado
esta semana pasada y sus fiebres, ya sea por todas las horas muertas en cama, bien
sea por un nuevo juego que me tiene enamorada o por la
inminente llegada de mi nuevo cumpleaños, he estado reflexionando mucho.
Os contaré
como fue el proceso que ha derivado en esta reflexión filosófica, o como
yo suelo llamarlo “paja mental”:
Todo empezó
con las ideas sobre realidades paralelas o distintos planos de consciencia, y de
ello salté al concepto del libre albedrío. Un concepto que cada día me parece más
cínico. A continuación os diré porque.
¿Os habéis
planteado si realmente sois libres? ¿Las elecciones te tomáis las hacéis
realmente porque queréis o porque de alguna manera u otra os veis abocados o influenciados
por causas tanto externas como internas a ello?
Ojo, no estoy
defendiendo aquí una postura determinista, ni conceptos como el destino, si no
algo mucho más simple de como, la humanidad, y cada individuo, no es realmente
libre de barajar todas sus opciones de una manera imparcial, que eso reflejaría
la libertad mas pura. ¿Por qué no somos capaces de ello? Sencillamente porque
nadie, por mucho que lo intente, puede ser imparcial. Por lo tanto, en un mayor o
menor porcentaje siempre va a acabar tirando la decisión final hacia un lado u otro que te marca tu brújula moral, educacional, económica o social.
Pensemos en
una situación ideal: una persona completamente feliz en su vida en todos los
sentidos, sin impulsos ni presiones de ningún tipo. En ese momento esa persona
es verdaderamente libre de elegir… pero ¿Qué va a elegir si tiene todo lo que
quiere? Elegir supone cambiar sus circunstancias ideales y nadie quiere eso.
La verdad es
que la libertad más pura conduciría a un completo inmovilismo, una
imposibilidad de actuar provocada por la comodidad y el conformismo más absolutos.
He estado
pesando en los dobles juegos y el arma de doble filo de este concepto y me han
venido a la mente tres cosas, en principio nada relacionadas, o quizá lo estén algo más de lo
que pensamos.
La primera
cosa que me vino a la mente fue como la película The Matrix, o mas bien la
saga, juega precisamente con este concepto haciéndonos creer en el primero de los filmes que
la elección de tomar la pastilla que despertará a Neo en el “mundo real” era
realmente decisión suya. Finalmente nos acaban demostrando que no, porque
todo estaba programado en un bucle infinito que acababa realizando la misma
decisión una y otra vez.
Es curioso que la persona más “libre” sea en realidad
la más “esclava” dentro de esa película, lo que no tiene porque aplicarse a la
realidad, dicho sea de paso.
Otra
película que me planteó, aunque de una manera completamente distinta, esta falsa
ilusión de “elección” es Cube. Quitando que los personajes estén en peligro
mortal a cada segundo por las trampas mas horribles imaginables, se supone que
pueden elegir entre varias opciones como: las 6 distintas puertas de las caras
de los cubos en los que se encuentran o la otra opción, la séptima que consiste en quedarse donde
están, en la que al menos saben que no hay trampas activadas, sin arriesgarse, por ello, a meterse
en otra habitación donde puedan, o no, morir agónicamente. En esta película, de
todos modos juegan mucho con la matemática, las teorías de juegos y la
estadística. Pero esto me llevó a la tercera reflexión:
La falsa libertad de
elección que venden algunas religiones como la cristiana, diciendo que el hombre
es libre de tomar sus decisiones y que Dios le concedió el libre albedrío.
Hombre, discúlpenme,
pero no veo muy "libre" la idea de elegir entre un concepto que para ellos es el
correcto, o escoger voluntariamente aquello que sabes que en el fondo va en
contra de tus leyes divinas y te condena a una eternidad de sufrimiento (nótese
la ironía).
Básicamente
lo que hacemos en la vida es seleccionar entre un número limitado de opciones
basados, no en una verdadera libertad, si no en un cierto condicionamiento
provocado tanto por nuestros deseos personales como por los deseos de aquellas
personas y circunstancias que nos rodean, ya sea para apoyar esas ideas y
seguir formando parte de un grupo o justo porque buscamos lo contrario, la
revulsión.
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Hoy es un
post más para la reflexión que para descubrir nuevas cosas, pero quizá con este
pensamiento hayamos visto más de lo que, en un principio, pensábamos.
¿Cuál es vuestra opinión?